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Cuando se Agota la Paciencia, Desaparece la Diplomacia.

Hoy, por última vez en mi vida, me he tragado mis palabras, he escondido mi rabia y he mantenido la calma mientras daba una explicación edulcorada a una persona que me ha repetido aquello que he tenido que oir más veces de la cuenta.

Hoy, por última vez en mi vida, me he metido en casa y he tenido que soportar mi descomunal enfado conmigo misma por no haber respondido lo que realmente me pedía el alma.

Hoy por última vez, dejo que alguien que me daña con sus sentencias, se vaya a casa sin remordimientos y sin una buena paliza dialéctica.

Siempre agradecí mi carácter templado, la diplomacia heredada de mi padre, esa capacidad fuera de lo común de disimular y sonreir… Hoy no. Hoy he deseado ser más brusca y visceral.

Nunca más mantendré el tipo mientras alguien me dice que no he aceptado todavía el diagnóstico de mi hija, que no la acepto tal y como es o que estoy obsesionada con esto o con lo otro. Tanto su padre como yo, la aceptamos desde antes de nacer, nunca lloramos a una hija sustituida por aquella rubia linda que nos vino regalada con un diagnóstico y si lo hubiésemos hecho, habría sido algo natural ya que no todas las familias reaccionan igual ante la llegada de un hijo con diversidad funcional. Cada uno asume el diagnóstico y evoluciona como necesita o como puede.

Acepto el diagnóstico de Olivia, ella tiene Síndrome de Down y conozco bien sus dificultades y sus fortalezas. Lo que no acepto, me obsesiona y rechazo no es su diagnóstico sino lo que la sociedad le tiene preparado: un mundo paralelo, lleno de prejuicios, etiquetas y muros muy difíciles de derribar. Las personas con diversidad funcional se enfrentan al mundo en otro plano mucho más difícil. Parece haber una dimensión aparte creada para estas personas y esa es la razón de mi frustración y no otra.

¡Esto es lo que no asumo, no acepto y me obsesiona!

Mi hija es PERFECTA y la RESPETO tal y como es. De eso se trata al fin y al cabo, de respeto. A partir de hoy, sólo mostraré respeto hacia quien me demuestre tenerlo hacia mi familia, hacia mi, hacia Olivia.

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Sobreprotección, el Amor que Mata

Olivia es una niña feliz a la que le encanta ir a los jardines, a los columpios, estar a su aire en la playa, en el parque o en la calle.

Yo soy una madre feliz que la que le encanta verla corretear de un lado a otro, subir y bajar de los columpios, saltar por el parque o perseguir a las palomas. Todo eso me hace sentir muy feliz pero lo que más feliz me hace es verla acercarse a otros niños y jugar a su lado.

A Olivia le cuesta todavía mucho interactuar con otros niños y niñas porque es muy tímida y no se comunica todavía muy bien. Aunque trabajamos en ello, se le hace muy cuesta arriba comunicarse con niños de su edad al nivel necesario para entrar en una dinámica de juego, a no ser que éste sea muy sencillo.
Aún así, ella lo intenta cada vez que salimos a los jardines. Algunas veces, encuentra un amigo comprensivo al que no le importa que ella no le hable mucho o que se dedique a imitar su juego. Otras, el niño o la niña percibe algo “extraño” en su comportamiento y decide ignorarla. En estos casos me acerco, hablo con los dos y espero la pregunta de siempre: “¿cuántos años tiene?”
La mayoría de las veces, su curiosidad le lleva a hacer más preguntas como ¿qué le pasa?, ¿por qué no habla?, ¿por qué no sabe jugar a esto o aquello? o cualquier otra cosa que no les cuadre mucho en sus pequeñas cabecitas sobre el comportamiento de Olivia.

Hay ocasiones más complicadas en las que algunos niños la miran mal o incluso hablan entre ellos y se apartan de su lado. Curiosamente esto sólo ocurre cuando hay varios niños y nunca nos ha pasado cuando hay sólo un niño con ella. Antes, estas situaciones me hacían mucho daño pero ahora ya no gasto energía en estas cosas. Pienso que siempre habrá otro niño dispuesto a a jugar con ella y no le doy más vueltas.

En todo caso, creo que es necesario dejarla actuar por su cuenta. Por supuesto, siempre me mantengo atenta por si algún niño va más allá de una mirada o un “no juego contigo” o “no te presto mi juguete”. Estas situaciones ocurren a todos los niños, no sólo a ella.

¿Quién no ha escuchado como le decían “no quiero ser tu amigo” cuando era niño?

He presenciado situaciones que van más allá de la protección y que en vez de ayudar a los niños a conseguir un lugar entre sus iguales, han conseguido todo lo contrario, incluso han favorecido la discriminación y la condena a sentirse diferentes. La sobreproteccion es muy peligrosa.

Una madre me contaba hace no mucho una situación en la que su hijo se acercaba a jugar a un grupo de niños. Uno de estos niños le dijo a otro “no juegues con él, es tonto”. Esta madre, corrió hacia donde estaba su hijo, lo agarró y lo llevó hacia donde estaba ella sentada, puso sus juguetes a su lado y no volvió a dejarlo ir donde jugaban los demás. Le negó a su hijo la posibilidad de demostrar que ese chico estaba equivocado, anuló su voluntad al negarle el derecho a elegir qué hacer y dónde. Pero lo peor de todo: favoreció la discriminación.

Se que es doloroso vivir estas situaciones. Yo misma he vivido alguna parecida con Olivia y se que este no es el camino. Así no arreglamos nada.

Acércate al grupo, no recrimines y permite a tu hijo demostrar que puede jugar con ellos. Una sonrisa, una presentación chistosa y algún juguete, pueden hacer muy buen trabajo.

Guarda las distancias aunque no pierdas detalle y si ves algo que no te gusta, es normal que intervengas pero no condenes a tu hijo al destierro. Seguro que él por si mismo, acabará demostrando que es tan válido como el que más y al final conseguirá que muchos de esos niños (o todos) que lo miraban raro antes, ahora lo esperen cada tarde en la zona de juegos del parque.

Esta historia me hizo recordar que hace no muchos años años, aunque muchas familias escondían a sus hijos por vergüenza, otras lo hacían para protegerlos del daño que les pudiesen hacer los demás. La sobreprotección es muy peligrosa., es un amor que mata.

Mata a la libertad.
Mata a la voluntad.
Mata a la inclusión.
Mata a la calidad de vida.

No apartes a tu hijo, no lo disfraces de incapaz, no le niegues el derecho a ser quien es allí donde él quiera estar.

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Pensamientos Desde la Trinchera de la Diversidad

 

Después de seis años, puedo decir que ya tengo algún rodaje en el mundo de la diversidad funcional.
Tengo la impresión de haber evolucionado en estos seis años más de lo que hice en mis 38 años anteriores. Desde aquel veintiuno de julio de 2009, he vivido muchas experiencias de todo tipo que me han llevado a valorar y amar sentimientos como la fe y la esperanza como nunca antes había hecho.

También he descubierto que los límites de mi fortaleza y mi debilidad no dependen de mi, no los puedo medir ni controlar.
No soy la única. Somos muchas madres y padres de la diversidad que creemos en el mismo y único fin posible para este cuento y que nos caemos y volvemos a levantar con cada sacudida de su argumento .

Si me ves mal, no pienses que al fin he visto la realidad de mi hija con claridad. No pienses que asumo el triste final de su futuro. No pienses ni por un momento que tiré la toalla al ver que no va a ser capaz de llegar allí donde muchos ya tenían asumido desde su nacimiento que no lo haría.

Me hundo porque hay demasiada gente en el mundo que piensa y asume que mi hija es un ser deficiente.

Asumen que es deficiente y se le niega el derecho a tener una educación en igualdad de condiciones que sus hermanos. No comprenden que sus padres sufren por no poder darle las mismas oportunidades. Nosotros, los padres, también nos sentimos desprotegidos.

Asumen que es deficiente. Muchos piensan que no tiene derecho a disfrutar del ocio igual que sus hermanos y en algunos establecimientos se permiten la osadía de no permitirle realizar algunas actividades.

Asumen que es deficiente y cualquier excusa es válida para apartarla del grupo: no entiende, no sabe, no puede, no es capaz.

Asumen que es deficiente y, según ellos, yo tengo que asumir que uno de mis tres hijos no vale lo mismo a nivel institucional y social que los otros dos. Mi familia es deficiente, hay algo que falla en ella.

Por culpa de esta percepción deficiente, mi hija no es una persona sino un diagnóstico.

Gente así fue la que favoreció la segregación en E.E.U.U. No exixte diferencia entre “¡Negros No!” y el lema de “¡Discapacitados No!” que algunos hoteles, restaurantes, parques de atracciones y, lo que es todavía más doliente, algunos colegios, exhiben sin pudor alguno.

Nunca descansaré, nunca tiraré la toalla, nunca saldré de la trinchera con la bandera blanca… Nunca.
Caeré y me levantaré un millón de veces si hace falta porque esta rubia loca que me mueve a escribir desde la trinchera y todos los que van de su mano, necesitan muchas voces, teclados y rostros que luchen para que su futuro no sea el que ya algunos han escrito en el cuento sino uno mucho más feliz, amable y sobre todo, más humano.

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¿Qué es la Dislexia y Cómo Podemos Ayudar a Nuestro Hijo con Dislexia?

La palabra dislexia no era desconocida para mi. Una prima tres años menor que yo, fue diagnosticada cuando ella tenía ocho o nueve años. Siempre pensé que no debía de ser algo muy preocupante porque no era un diagnóstico que implicase discapacidad intelectual. Yo creía, como muchas personas, que la dislexia era un problema de procesamiento de la lectura y que, una vez encontrado el truco para redirigir ese procesamiento, habíamos ganado la batalla contra ella.

Hace unos días tuvimos que enfrentar este diagnóstico en casa. Tuve sentimientos encontrados, tengo que reconocerlo. Por una parte, es un alivio saber por fin cual es la causa de tanta frustración y de ese rechazo a la lectura y a todo lo que rodea: colegio, escritura, tareas… Por otra parte, sentí mucha preocupación porque me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que suponía tener dislexia ni sabía como abordar el diagnóstico. Me acordé de mi querida prima y en menos de 24 horas nos dio toda la información que necesitábamos para entender lo que estaba sucediendo en la cabecita de Roque.

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Ella es una mujer impresionante, brillante, creativa, luchadora, sociable, sensible… es docente, docente del tipo que debería abundar más en las aulas. Precisamente se hizo docente para ayudar a otros niños que, como le pasó a ella siendo niña, sientan y crean firmemente que son menos que los demás porque luchan contracorriente en las aulas, no por ser menos sino porque su proceso de pensamiento no es el habitual y previsto en el sistema educativo.

Me dejó un tesoro que desde ese día tengo siempre cerca, un libro sobre dislexia escrito por un docente con dislexia. El libro se llama “El Don de la Dislexia” y, aunque es ya muy viejo, está descatalogado y algunos de sus términos están ya obsoletos, en esencia es una maravilla.

Ronald D. davis, autor del libro, expone que la dislexia ha sido considerada durante muchos años como una mera disfunción y que cuando los padres nos enfrentamos a este diagnóstico, pensamos que es un “problema leve” y de fácil solución pero en realidad, la dislexia no se soluciona, el disléxico lo será toda su vida y lo realmente devastador para mi, fue leer que sus dificultades asociadas han hecho que millones de niños pasen una infancia infeliz. Esto mismo me dijo mi prima y me habló de como se sentía en el aula cuando veía que la maestra mandaba a leer por orden de lista y tendría que leer en voz alta delante de toda la clase. Miraba el reloj y rezaba para que pasara el tiempo rápido, que no le tocara aquel día, que no tuvieran que escuchar su torpe voz de robot mientras lo hacía, que no le preguntase la maestra por lo que había leído… y es que el auténtico problema de la dislexia, es que se convierte en un grave problema de baja autoestima.

Fue justo por esa necesidad de retomar este problema y descubrir el lado positivo de la dislexia por lo que que Ronald D. Davis, disléxico además de un maravilloso escritor, decidió escribir el libro que cayó hace tres días en mis manos. Este libro me ha hecho evolucionar en tres días desde la preocupación a la felicidad y la tranquilidad de saber como procesa la cabecita de Roque la información que le llega del mundo que le rodea. Según el autor, la dislexia es una forma positiva de aprendizaje que algunos seres humanos poseen.

¿QUE ES LA DISLEXIA?

cuando escuchamos la palabra dislexia solo pensamos en los problemas de lectura, escritura, ortografía y matemáticas a los que los niños se enfrentan en la escuela. Muchos, entre los que yo me encontraba hasta hace unos días, lo asocian con cambios en el orden de las palabras y letras. Otros, con un aprendizaje lento y complicado. Casi todos lo asociamos con incapacidad o dificultad para aprender, pero esa dificultad es sólo un aspecto de la dislexia.
Pensando en todos aquellos famosos genios que tuvieron o tienen dislexia, podríamos pensar: “es sorprendente que hayan llegado a ser genios a pesar de ser disléxicos”. En realidad, su genialidad no fue a pesar de la dislexia, ¡sino gracias a ella!
Albert Einstein, Thomas A. Edison, Alexander Graham Bell, Leonardo Da Vinci, Walt Disney, George Patton, Wiston Churchill, Cher, Whoopi Goldberg, Tom Cruise, Greg Louganis, Jackie Stewart…

La misma capacidad mental que permite la genialidad, es la causa de los problemas. Esta capacidad mental es una habilidad natural, un talento escondido. Este talento hace que las personas con dislexia compartan estas habilidades básicas:
· Alteran o crean percepciones.
· Son altamente conscientes de su entorno.
· Son más curiosos que el promedio.
· Piensan más con imágenes que con palabras.
· Son muy intuitivos y perspicaces.
· Piensan y perciben multisensorialmente.
· Pueden experimentar el pensamiento como realidad.
· Tienen una gran imaginación.
Si estas cualidades no son destruidas por el proceso educativo, darán como resultado dos características: una inteligencia por encima de la media y una extraordinaria capacidad creativa.
¡Esto convierte a la dislexia en un DON y no en un problema!

la dislexia no es el resultado de un daño cerebral o neurológico, tampoco es causada por una malformación del cerebro, del oído interno o del globo ocular. La dislexia es un producto del pensamiento y una forma especial de reaccionar ante el sentimiento de confusión.

Las personas pensamos tanto en el modo verbal como en el no verbal. El verbal es lineal y sigue la estructura del lenguaje. Este pensamiento se produce casi a la misma velocidad que el habla. El pensamiento no verbal es pensar con imágenes mentales y este pensamiento es evolutivo; la imagen crece a medida que el proceso de pensamiento agrega más conceptos. El pensamiento no verbal es miles de veces más rápido que el verbal, es subliminal y está fuera de la conciencia.

Aunque pensamos de las dos formas, tendemos a especializarnos en una de ellas y utilizamos la otra como modo secundario. El pensador disléxico es potencialmente no verbal: es una persona que piensa en imágenes.
Las palabras que describen cosas o acciones reales, no causan problemas a los disléxicos (perro, flor, casa, comer, volar…). Sin embargo, para un pensador no verbal es imposible pensar con palabras que no se puedan sustituir por imágenes. Por ejemplo, aunque un niño con dislexia sepa como es la letra a o la y, no puede pensar con ellas porque no se pueden hacer una imagen mental de ellas. Cuando leen una a, una y o un el, al no poder comprenderlas más allá del reconocimiento de las propias letras, no pueden imaginar su significado.
Un pensador verbal sin embargo, alguien como tú o como yo, no tendremos ese problema porque crearemos una imagen del significado de la frase solo después de haber terminado de leerla. Aunque no sepamos el significado de estas palabras, no importará porque al leerla la hemos escuchado mentalmente.

Vamos a imaginar a un niño con dislexia leyendo: cada vez que el proceso de creación de imágenes se interrumpe (al encontrar una palabra imposible de trasladar a imagen), el niño experimenta un sentimiento de confusión porque la imagen que está componiendo se hace cada vez más incoherente. Empieza a ocupar subliminalmente los espacios en blanco (espacios incomprensibles para él) y sigue hacia delante gracias a un esfuerzo de concentración, pero solo consigue estar cada vez más confuso. Pronto alcanzará el umbral de la confusión. Llegados a este punto, el niño se desorienta y los símbolos, la lectura y la escritura, le resultan muy difíciles de utilizar.

La dislexia en acción:

Hay alrededor de 300 palabras en español que ocasionan problemas adicionales a los disléxicos. Son aquellas que están dentro del vocabulario hablado de forma cotidiana, de las que no se pueden crear imágenes mentales a partir de sus significados. Esto quiere decir que una persona con dislexia utiliza más de 300 palabras en su lenguaje, que no pueden utilizar en su pensamiento. Esas palabras (aparentemente las más sencillas)son los detonantes de su confusión y, por lo tanto, estímulos para sus síntomas de dislexia.
Estas palabras detonantes son de significado abstracto o con varios significados y hacen que las personas con dislexia tropiecen con ellas porque no representan objetos visuales o acciones. Podríamos decir que además de estas casi 300 palabras, cualquier palabra cuyo significado desconozca el niño con dislexia, podrá actuar como detonante.
Estas palabras generan automáticamente una imagen en blanco cuando se lee y corta el hilo de la historia que se lee. El grado de concentración de este niño con dislexia para poder sobrepasar una imagen en blanco, produce un efecto muy negativo.

cuando las desorientaciones comienzan a producir errores, el niño con dislexia se frustra. Alrededor de los nueve años, empieza a encontrar, imaginar y adoptar soluciones para ese problema y esto no es bueno. Los comportamientos que inventan ellos mismos no resuelven el problema, solo proporcionan un alivio temporal a su frustración. Estos métodos son el auténtico problema de aprendizaje. Esas muletillas de aprendizaje se transforman con rapidez en comportamientos compulsivos automáticos que podrían ser de estos tipos:

· Concentración profunda: esta es la peor de las soluciones que adoptan los niños con dislexia. Se concentran y comienzan a leer lenta y laboriosamente. La lectura se hace desagradable y penosa para ellos. No querrán leer por placer porque no existe placer en la concentración profunda. Prestar atención a algo interesante, es divertido. Sin embargo, concentrarse en algo que te ataca no resulta divertido.

· Hazlo para mí: para algunos, la solución mas sencilla es hacer que otras personas lean y escriban en vez de ellos.

Dime cómo lees y te diré si tienes dislexia:

Entre las mil maravillas que encierra este libro, hay algo que creo que es necesario que cualquier familia pueda ver para saber realmente cómo lee un niño con dislexia, qué sucede dentro de su cabeza y qué armas toma él mismo para intentar solucionar por su cuenta sus problemas con la lectura. Yo he hecho la prueba con Roque y es impresionante como su lectura es tal y como va explicando paso a paso el autor.

“Para un niño de diez años que piensa con los sonidos de las palabras, una frase sencilla, como la que a continuación presentamos, le sería fácil de leer.

El caballo marrón saltó sobre valla de piedra y corrió a través del prado.

Para el niño con dislexia de 10 años, la primera palabra, el, hizo que su mente se quedara en blanco porque no había una imagen para ella. Una imagen en blanco es la esencia de la confusión; nada de lo que experimenta la persona puede igualar la confusión que aquella ocasiona. Sin embargo, con un esfuerzo de concentración, el niño ignora esa imagen en blanco y dice “el” al tiempo que se obliga a pasar a la siguiente palabra.

La palabra caballo produce la imagen de un caballo, mientras sigue concentrándose, y pronuncia “caballo”.

La palabra marrón transforma la imagen del caballo en caballo de este color. Continúa su concentración y la palabra “marrón” es pronunciada.

La palabra saltó hace que el frontal del caballo marrón se eleve al aire. Sigue concentrándose mientras dice “saltó”.

La palabra sobre hace que la parte trasera del caballo marrón se eleve. Concentrándose todavía, dice “sobre”.

La siguiente palabra, la, provoca que la imagen se vuelva en blanco otra vez. La confusión del lector se ha incrementado, pero aun no ha llegado a su umbral de la confusión. Ahora debe redoblar su concentración para pasar a la siguiente palabra. Al hacer esto, es posible que omita o no omita decir “la”.

La siguiente palabra, valla, produce una imagen de valla de cualquier tipo. Con la concentración todavía redoblada, dice “valla”.

La palabra de detiene de nuevo el proceso de creación de la imagen. Es posible que se desoriente y no diga la palabra “de”.

La palabra piedra produce la imagen de una piedra. Con la concentración redoblada dice “piedra”.

La siguiente palabra, y, borra la imagen otra vez. Esta vez se ha llegado al umbral de la confusión, por lo que el niño se desorienta. El niño se detiene otra vez, más confundido que antes, doblemente concentrado y ahora además, desorientado. Para poder continuar, la única forma que tiene es incrementar sus esfuerzos de concentración. Pero ahora, como además está desorientado, percibiendo erróneamente, los síntomas disléxicos aparecerán. Es muy posible que omita decir la palabra “y”, o posiblemente lo sustituya por “un”, “una” o “el”. En este punto, ya no está adquiriendo una percepción correcta de los símbolos alfabéticos que están sobre la página.

A siguiente palabra, corrió, es alterada a la palabra corre porque ya está desorientado. Ve una imagen de él mismo corriendo; sin relación alguna con la imagen de aquel caballo suspendido en el aire. Luego dice “corre”.

Las palabras a través se alteran. Se ve a sí mismo atravesando la calle y dice “atravesó”.

La siguiente palabra, del, vuelve a poner su pantalla en blanco. El niño se detiene otra vez, cada vez más confundido y desorientado. Su único recurso es cuadruplicar su concentración. Al hacer esto, omite decir “del”.

Para la última palabra, prado, deberá rastrear cada letra, una por una, para poder pronunciarla lo hace y ve la imagen de un lugar lleno de hierba. Aun cuando esté desorientado por el esfuerzo y la energía extraordinarios que ha empleado para identificar y pronunciar cada letra, lo dice correctamente, “prado”.

Al completar esta sencilla frase, cierra el libro y lo deja a un lado. ¡Ya es suficiente!

Cuando le preguntamos qué fue lo que leyó, es muy probable que diga algo como “un lugar donde crece la hierba”. Tiene la imagen de un caballo suspendido en el aire, una valla de piedra, él cruzando la calle y un lugar lleno de hierba, pero no puede relacionar los elementos separados en la frase para poder formar la imagen mental de la escena descrita en el libro”.

Otros problemas de aprendizaje:

Los niños con dislexia también pueden tener dificultades en el aprendizaje de las matemáticas aunque estas e deben a que el método empleado para su aprendizaje no es el más acertado. En nuestro caso, Roque es muy bueno resolviendo operaciones o descifrando los planteamientos de los problemas matemáticos. Sin embargo, siempre había que leerle el problema o los enunciados de las actividades. Ahora ya sabemos cual era el problema pero si no lo hacíamos, era incapaz de plantear el problema o resolver la actividad. Además, es primordial que el niño conozca y domine estos conceptos básicos: tiempo, secuencia y orden. Una vez dominado esto, el conteo será perfecto y el aprendizaje de las matemáticas se transformará de esfuerzo penoso en materia agradable y atractiva.

Apoyos, adaptaciones y recursos necesarios en la escuela para un niño con dislexia:

Nosotros no tardamos en reunirnos con el equipo de orientación del colegio. Días antes habíamos trazado un plan de actuación en casa y en el colegio con la ayuda de terapeutas y docentes conocidos.

Sinceramente, pensé que nunca aceptarían en el colegio todas las estrategias y adaptaciones que creíamos necesarias pero fue toda una sorpresa ver que ya habían aprobado alguna de ellas sin haberlas propuesto. Os voy a detallar todo lo que se ha modificado para que Roque gane autoestima y trabaje eficientemente en casa y en el colegio para mejorar sus dificultades de aprendizaje.

Propuestas de intervención en las materias de lengua, matemáticas, naturales, sociales e inglés:

 Lengua:
− Refuerzo en el aula.
– Adaptar textos de comprensión lectora en los exámenes para que sean más cortos y      precisos y con preguntas más directas y concretas.
− Evitar que tenga que leer en voz alta delante de la clase. Esta actividad sólo supone un aumento de su nivel de estrés y no le ayuda a la adquisición de conocimientos, ni a la construcción de su autoestima ni a su integración en el aula. Se propone que lea en voz alta de manera individual, en la mesa de la maestra mientras los demás hacen otras cosas, o con la maestra de apoyo.
− Dictados: necesita una señal visual que le ayude a separar palabras. Esta ayuda podrá ir desapareciendo poco a poco.
− Adapar criterios de evaluación: restar importancia a las reglas ortográficas (b/v, h, g/j, c/s/z, acentos…) y dar más importancia a la comprensión lectora. Si ha sido capaz de entender las preguntas sobre un texto y escribir una respuesta coherente, no debe suspender por faltas de ortografía.
− Contar con maestra de apoyo en los exámenes para que le guíe y sirva de soporte.
Necesita trabajar vocabulario de forma fonética y manipular las palabras “detonantes”, por lo que le convendrá ir al aula de AL.
Matemáticas:
− Refuerzo en el aula.
− Permitirle utilizar los dedos o cualquier otro medio. Limitar los ejercicios de cálculo mental a niveles más sencillos por el momento.
− Contar con el apoyo de la maestra para que le lean de manera individual los enunciados de los problemas una vez lo haya hecho él, si no lo ha comprendido.
Dejar que realice dibujos de los enunciados para crear una imagen visual. Necesitará más tiempo en los exámenes.
− Adaptar los enunciados de los problemas en los exámenes a textos simples y con vocabulario conocido que se haya trabajado en clase.
− Apoyo en los exámenes para guía y soporte.
Naturales y Sociales:
− Necesita aprender técnicas de estudio: subrayar textos, sacar ideas claves, hacer esquemas y mapas conceptuales… Por lo que necesita asistir a PT para que le enseñen a hacerlo.
− Adaptar los criterios de evaluación restando importancia a reglas ortográficas y dando más importancia a los conocimientos adquiridos. Si ha sido capaz de responder adecuadamente a las preguntas del examen, no debe suspender por faltas de ortografía.
Inglés:
− Debemos aceptar que por el momento, no será capaz de enfrentarse al aprendizaje de una lengua extranjera. Se propone realizar un ACI ( adaptación curricular individualizada) con el propósito de determinar unos mínimos que pueda alcanzar. Evidentemente, la utilidad ce un ACI es dar la posibilidad al alumno de aprobar. Por ello es necesario adaptar los objetivos y los criterios de evaluación.

Todo esto tiene un objetivo muy claro: hay que potenciar las posibilidades de que el niño vaya consiguiendo más confianza en él mismo al ver que va mejorando. Hay que evitar el círculo vicioso de que por mucho que se esfuerce, nunca consigue nada porque las metas están demasiado altas.

Igualmente importante es elegir bien el material complementario para trabajar desde casa las dificultades de aprendizaje causadas por la dislexia. Este material de be ser lúdico-educativo, motivador, visual… Juegos de memoria, pequeños crucigramas y sopas de letras.

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Hay que conseguir que vea las palabras, la escritura y el lenguaje como algo divertido. Hay que quitar estrés a la palabra impresa porque ya dedica doble tiempo a las tareas y hay que seleccionar bien este material complementario.

 

Bibliografía:

– El Don de la Dislexia. Ronald D. Davis. Editorial: Editex

 

La Importancia De La Normalidad y Naturalidad En Las Respuestas Que Damos a Nuestros Hijos Acerca De La Diversidad: Carta a Los Padres De Los Compañeros De Olivia.

Hace ya dos cursos que Olivia comenzó su etapa escolar y no ha sido un camino de rosas precisamente el conseguir que ella se adapte al colegio y sus rutinas. Hemos pasado por la frustración, la desesperación y la pena de ver como nuestra hija traspasaba la puerta del colegio y se convertía en una niña diferente, triste y malhumorada. Tanto nosotros como ella hemos sufrido mucho en este proceso que, al final nos ha dado tantas alegrías.

El curso pasado dimos con la solución al final, y en enero, tras aprobar su colegio que pudiera entrar con ella un asistente para el aula, ella empezó a brillar tal y como hace en todos los ambientes en los que se mueve. Olivia al fin empezó a reír, a bailar, a hablar, a hacer amigas y a relacionarse como una más.

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Debo decir que en la clase de Olivia hay un grupo estupendo de niños y niñas que en nada contribuyeron en que fuera tan difícil para ella la adaptación al colegio, todo lo contrario. Los niños desde el primer día la trataron como lo que es, una niña igual que ellos.

“Es muy difícil encontrar a un niño o niña de tres o cuatro años que haga diferencias porque, gracias a Dios, los niños son tolerantes e inocentes por si mismos hasta que alguien les da un mal ejemplo o una mala explicación acerca de aquello que quizá ellos ni han percibido como diferente o digno de destacar”.

Este año, Olivia y sus compañeros de clase empiezan el último curso del ciclo infantil y ya son niños más despiertos y curiosos. Roque tenía justo esta edad cuando tuvimos que hablarle acerca de la condición de su hermana y tuvimos que buscar la forma de hacerlo sin modificar su conducta hacia ella y sin crearle inquietud o preocupación por ello.

Me preocupaba mucho que sus compañeros comenzaran a hacer preguntas en casa acerca de Olivia y que sus padres no supieran como responder o explicar de forma sencilla a sus hijos por qué ella no habla tan bien como ellos o no corre igual de rápido. Por ello, decidí aprovechar la primera asamblea del curso, donde se tratan temas de interés para los padres sobre este primer trimestre, para acercarme a ellos y comentarles cómo debían responder a sus hijos todas sus dudas acerca de Olivia.

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Escribí una carta dirigida a ellos y pensaba entregarla, pero al final decidí echarle valor (la ocasión así lo requería) y hablar al final de la reunión.

“¡¡ Esto me costó muchísimo!! No soy buena oradora… Prefiero esconderme detrás de unas lineas escritas antes que hablar en público. Sudé, temblé, me palpitó el corazón más de lo normal… Pero lo hice”.

Para mi era necesario saber que todos y cada uno de esos padres de niños maravillosos percibían la importancia que tenía para Olivia que su entorno la aceptara con la misma normalidad que había hecho hasta este momento. Necesitaba trasmitirles que ellos son piezas fundamentales en su desarrollo porque de ellos depende que el entorno de Olivia en el colegio siga siendo perfecto, respetuoso, tolerante y agradable.

Aunque al final decidí hablar, aquí comparto aquella carta que escribí. Este es el mensaje que quise dar y espero que sirva para orientar a aquellos que estéis pasando por el mismo proceso.

CARTA A LOS PADRES DE LOS COMPAÑEROS DE CLASE DE OLIVIA

Buenas tardes a todos y a todas. Mi nombre es Natividad y soy la mamá de Olivia.

Vuestros hijos y ella, llevan ya dos años compartiendo desde la igualdad total el entorno escolar, los juegos, los materiales, las excursiones, las experiencias del grupo… Y quiero deciros que tenéis unos hijos estupendos que, desde la inocencia que les da su corta edad y desde la educación que reciben en casa y en el cole, han sido y siguen siendo unos compañeros ejemplares para mi hija.
Este curso son algo más maduros, empiezan las preguntas, las dudas y empiezan a moldear su mundo y van creando sus propios criterios y valores. Por esta razón, me preocupa mucho que todas aquellas dudas que les puedan surgir acerca del desarrollo de Olivia y su condición, sean contestadas con naturalidad y sin modificar en nada su visión ni su comportamiento hacia ella.

Para mí y para su padre es muy importante haceros saber que vosotros jugáis un papel fundamental en el desarrollo personal, social y afectivo de nuestra hija, y nos encantaría que entre todos consiguiéramos que ella no conozca nunca la frustración al verse desplazada por ser diferente, ni tampoco se acostumbre a la sobreprotección de quienes la ven como una niña indefensa y pequeña a la que hay que cuidar.

Es por ello que vosotros sois muy importantes, porque vosotros debéis intentar que vuestros hijos no modifiquen la visión normalizada y abierta que tienen de su compañera y amiga Olivia.

Olivia hasta el día de hoy ha sido una igual en el aula y sus compañeros y compañeras son unos maravillosos estímulos naturales que van a jugar un papel muy importante durante el tiempo que compartan en el aula y el patio. Por ello, si vuestro hijo os cuenta algo “extraño” de ella o si os pregunta por su ritmo más lento de aprendizaje, no le bombardeéis a información sobre discapacidad, síndrome de Down y necesidades especiales, sólo decidle que cada niño tiene un ritmo y que lo importante es que al final todos los niños acaban aprendiendo todo.

Muchas veces y por querer hacer las cosas bien, utilizamos palabras que acaban teniendo un efecto negativo. Por eso, os pido por favor que no le digáis nunca a vuestros hijos que Olivia está malita. El síndrome de Down no es una enfermedad sino una condición genética. Podríamos decir que sólo es una forma diferente de crecer y aprender.

“El síndrome de Down es sólo una característica más en ella, como lo son su pelo rubio y sus ojos azules, no la define”.

Olivia no es una niña con necesidades especiales, ella tiene las mismas necesidades que los demás de sentirse querida, respetada y valorada. La única necesidad especial que puede tener es que precisa apoyos especiales para su desarrollo escolar. Por eso, como muchos sabéis, está acompañada en el aula por un asistente que está pendiente de que atienda a las explicaciones y haga su trabajo sin dispersarse pero que no interfiere en las relaciones sociales con sus compañeros.

Me encantaría que todos aceptárais el reto de convertir este mundo en un lugar agradable para todos sea cual sea la condición de cada uno. Vuestros hijos tienen la ventaja de tener en clase un ejemplo de diversidad para crecer con una mirada más tolerante y respetuosa hacia lo “diferente” y con total seguridad que serán adultos abiertos y conscientes de las ventajas que tiene para toda la comunidad el integrar e incluir en todos los ámbitos a cualquier persona sea cual sea su condición.

Al final, todos salimos beneficiados si sabemos transmitir esa normalidad también en casa.

Un abrazo,

Natividad… La mamá de Olivia.

Como expliqué a mis hijos que su hermana tenía síndrome de Down

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Una de las cosas que más me han preocupado en estos casi cinco años, ha sido cuando Roque empezó a hacer preguntas acerca del desarrollo de su hermana Olivia. Nunca le ocultamos nada, incluso me acompañaba a las terapias de su hermana a “su otro cole”, la asociación Down. La verdad es que nunca hablamos abiertamente con él acerca del síndrome de Down y él, al contrario que otros hermanos de niños y niñas con discapacidad, no sacó sus propias conclusiones.Yo pensé que asimilaría la discapacidad de Olivia de una forma natural sin necesidad de más explicaciones pero me equivoqué.

Espero que este post ayude a familias que están afrontando esta situación. Se que puede parecer algo muy complicado, pero los niños nos lo ponen todo muy fácil, ellos simplifican la tarea más difícil que podamos imaginar.

«Sus respuestas son sorprendentes en muchas ocasiones y rebosan de sabiduría, pureza e…

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Cuando se Hacen Diferencias Desde el Principio: No Permitamos Protocolos Sin Senido.

Justo a los pocos días de nacer Olivia tuvimos que afrontar una difícil y dolorosa situación. A pesar de haber nacido muy sana, fuerte y muy bien de peso, contrajo dos virus intestinales a la misma vez en la unidad de neonatos. El protocolo del hospital donde nació imponía que si nacía algún niño/a con síndrome de Down, aun estando en condiciones de estar en la habitación con su madre, tenía que quedar en neonatos hasta terminar las pruebas médicas y genéticas.

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Personalmente debo decir que no creo que sea decisión del hospital el separar un niño sano de su madre. Un niño con síndrome de Down no es un niño enfermo, y aunque es verdad que en muchos casos desgraciadamente nacen con problemas cardio-vasculares, digestivos o respiratorios, creo que habría que pedir permiso a sus padres, en caso de que nazca sano, para hacer las pruebas necesarias para descartar cualquier dolencia.

Si nos hubieran pedido permiso, seguramente habríamos aceptado que le hicieran las pruebas, pero no habríamos dejado que la mantuvieran en la unidad de neonatos, ya que allí estaba en una cuna abierta al igual que lo habría estado en la habitación conmigo.

Gracias a Dios todo quedó en un mal recuerdo para toda la vida pero antes de que todo saliera bien, ella tuvo que luchar durante dos meses en el hospital y dos años en casa, contra una terrible enfermedad que casi nos la roba en varias ocasiones.

Al final, el resultado de las pruebas hechas según el protocolo que la expuso a tan grave enfermedad, dieron como resultado que Olivia padecía una leve cardiopatía que se operará dentro de unos ocho años y que podría haber sido diagnosticada en cualquier otro momento, incluso tras darle el alta tras su nacimiento. En cambio, Olivia pasó un mes en la  U.C.I., tuvo alimentación por vía intravenosa, perdió más de 1kg de peso en sus primeros diez días de vida, pasó un mes en planta pediátrica todavía con alimentación intravenosa, estuvo dos años de seguimiento por parte del equipo de digestivo, contrajo una intolerancia intestinal que solo le permitía comer leche pre-digerida ( era intolerante hasta a la leche materna)…

No se que os parece a vosotros, pero yo creo que no solo no compensó, sino que expuso a mi hija a un peligro que pudo ser mortal para ella.

“Un niño sano es un niño sano, da igual que tenga síndrome de Down”.

Olivia pesó 3.300gr y nació fuerte, respiraba bien, tenía buen tono muscular y buen color de piel. Nació tan fuerte y sana como sus hermanos, pero tuvo la mala suerte de toparse con un protocolo sin sentido. Es triste pensar que las diferencias las hacemos desde el momento en el que nace un niño con síndrome de Down, pero es así.

Esta es una foto de Olivia al día siguiente de su nacimiento. Era una preciosidad pelirroja a la que las enfermeras llamaban «la alemana» y que nunca perdía la sonrisa.

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Hoy ya toda aquella pesadilla quedó en eso, en un mal sueño que superamos y del que despertamos hace ya casi cinco años. Aun así, quería compartir con vosotros esta dolorosa experiencia porque deseo con toda mi alma que ningún niño más tenga que pasar por esta experiencia tan desagradable.

Espero que muchas futuras madres lean esta entrada para que sepan que ellas tienen el derecho a decidir si quieren o no que sus hijos estén junto a ellas o en la unidad de neonatos, siempre que estén sanos. Las pruebas genéticas y médicas las pueden hacer igual desde la habitación que comparte con la madre o incluso de forma externa cuando le den el alta hospitalaria.

 

Una Nueva Etapa: Más Cerca de la Autonomía, Más Lejos de Mamá.

 

Olivia se está haciendo cada día más mayor e independiente. Cada vez precisa menos atenciones y apoyos en sus rutinas del día a día. Es increíble lo desenvuelta que es ya para algunas cosas y lo bien que se mueve ya por los espacios, tanto conocidos como deconocidos.

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Ahora ella va caminando sola por la calle sin querer agarrarse a mi mano, corretea por los espacios cuando vamos de paseo a los jardines o al supermercado, camina por toda la casa sin pedirnos ayuda para subir o bajar las escaleras que dan al segundo piso o a la azotea, aunque para bajarlas va sentándose en los escalones…

Esta nueva Olivia independiente y desenvuelta es estupenda! Me encanta ver como va convirtiéndose en una niña mayor que toma decisiones propias. Sin embargo, ella todavía no ve algunos peligros que hacen que yo me sienta bastante asustada cuando estamos en espacios abiertos. Por ejemplo, ella no mira la carretera antes de cruzar si yo no le recuerdo que debe hacerlo. Algunas veces, cuando vamos a los jardines a jugar con otros niños, Olivia se aleja demasiado y cuando la llamo no responde. Siempre pienso que en caso de que se escondiera o desorientara, aunque la llamara no se hasta que punto me respondería o no.

“Se hace independiente pero es todavía muy vulnerable y tenemos que tener mil ojos y mucho cuidado con ella”.

Todas estas circunstancias me asustan muchísimo y de verdad que me hacen sentir muy angustiada cuando salimos a la calle y no la tengo cerca. Todo esto me ha hecho pensar y mucho, en que es muy importante enseñarle a nuestros hijos e hijas desde muy pequeños los peligros más cotidianos a los que se pueden enfrentar en el día a día.

¿Pero, cómo hacerlo?

Una vez más, nosotros echaremos mano a nuestro gran aliado: sus intereses

A Olivia le encantan las canciones y a mi me encanta inventarlas. Tenemos canciones para todo, para lavarse los dientes, para lavarse la cara, para peinarse, para merendar… Nos encantan a las dos y a sus hermanos igual!. Yo voy a aprovechar ese interés de Olivia hacia las canciones para inventar algunas donde le explique de forma sencilla lo que está bien y lo que no, para que empiece a ver el peligro. Se trata de trabajar acerca de la relación Causa-efecto para que aprenda a tomar decisiones acertadas y que estas no la lleven a tener problemas con el entorno.

No se trata de traspasar mis miedos a ella, quiero que sea valiente pero que no sea tan atrevida como para ponerse en peligro.

“Me encanta que sea tan desenvuelta, pero la autonomía y el desconocimiento del peligro no hacen buena pareja”.

Ha empezado una nueva etapa en su desarrollo y estoy más que convencida de que este miedo me acompañará durante largo tiempo hasta que, como tantos otros, sea superado a base de trabajo, constancia y paciencia.

He estado durante estos primeros años muy tranquila y nunca me había planteado este nuevo reto, yo soy de las personas que viven el presente y no anticipan acontecimientos y esto me ha llegado totalmente por sorpresa.

Mi niña se está haciendo mayor, eso es algo que me hace sentir muy orgullosa de ella porque es la muestra de que vamos por buen camino hacia su autonomía.

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¿Necesidades Especiales o Apoyos Especiales? Cambiando los Esquemas.

Hace casi cinco años ya del día en el que recibimos en nuestra familia a Oivia. En estos casi cinco años he aprendido muchísimas cosas acerca del síndrome de Down, la discapacidad, la integración, terapias, refuerzos… En fin, ahora sacaría buena nota en un examen acerca de estos temas y hace cinco años, este mismo examen lo habría suspendido con total seguridad.

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Toda esta información ha llegado a mi de mil formas diferentes.

Nada más nacer Olivia ya nos estaban bombardeando con información médica, genética, y acerca de los trastornos asociados al síndrome de Down… La gente de nuestro entorno también aportaba su granito de arena y nos informaba sobre casos de hijos de conocidos que habían conseguido tal o cual futuro (normalmente bastante negro…)

Yo comencé a buscar información por mi cuenta en blogs, páginas de internet, Facebook y twitter. Me informé tanto que al final me hice un lío!!

Entonces procesé toda aquella información y la asumí como parte de nuestra vida. Asumí que mi hija tenía unas espectativas de futuro determinadas, que tenía que seguir una terapia determinada, que su salud sería más débil por tener síndrome de Down… Esto duró poco tiempo, gracias a dios.

“Miro hacia atrás en el tiempo y veo a otra madre, veo a otra mujer”.

Todo ha cambiado en mi cabeza, ya no me conformo con lo que quieren hacernos creer. Me he vuelto, como otras muchas madres en mi situación, una guerrera incansable que no quiere que seguir por este camino por el que nos quieren llevar. Este camino es muy cómodo para muchos, para la inmensa mayoría, pero no lo es para nada para los que somos parte de la vida de una persona con síndrome de Down o cualquier otra forma de discapacidad.

Oigo muchas veces al día que nuestros hijos son niños con necesidades especiales. Hay aulas para niños con necesidades especiales, colegios para niños con necesidades especiales, campamentos para niños con necesidades especiales… ¿Eso es integración?

Hay muchos niños que es verdad que necesitan estar en aulas especiales o en centros escolares especiales porque su desarrollo no les permite estar en un aula regular, pero esos niños tienen las mismas necesidades que todos los demás. Necesitan comer, dormir, desarrollarse, ser amados, ser felices, necesitan gente que les ayude a conseguir crecer al máximo de sus capacidades. Igual que todos los niños!

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Otros, como Olivia, pueden estar integrados en un aula regular pero también necesitarán mayor apoyo que los niños neurotípicos para conseguir superar todos los retos que aparezcan en su desarrollo. Yo conozco muchísimos niños neurotípicos que acuden a clases de refuerzo igualmente y nadie dice que tengan necesidades especiales.

Nadie me puede decir que mi hija es una niña con necesidades especiales, me pitan los oídos cuando alguien lo dice. Tengo tres hijos y todos y cada uno tiene las mismas necesidades. Necesitan reir, jugar, salir a la calle, sentirse protegidos, saberse amados y valorados, necesitan amigos, tiempo para ellos y su propio espacio… eso y mil cosas más. Los tres por igual demandan atenciones y a los tres se les quiere por igual.

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Eso mismo pasa en la sociedad. Todos los niños demandan atenciones a sus necesidades por igual pero lamentablemente no a todos se les atiende por igual… por ejemplo, si yo quisiera mandar a mi hija de campamentos de verano con sus hermanos, tendría que buscar uno entre mil, que aceptaran a una niña con síndrome de Down.

Debemos educar a esta sociedad a ser más abierta y amable con nuestros hijos y para ello hay que empezar a crear conciencia desde nuestros círculos más cercanos. Cuando mañana te digan en el colegio, el médico, en su terapia o en cualquier sitio que tu hijo tiene necesidades especiales, no te calles. Responde tranquilamente:

“ Mi hijo no tiene necesidades especiales, mi hijo precisa apoyos especiales para desarrollarse plenamente pero tiene las mismas necesidades que los tuyos”

¿Cómo Dividirse Cuando se Tienen Varios Hijos y Uno de Ellos Tiene una Discapacidad?

No es tarea fácil ser padre o madre de familia numerosa, yo tengo dos hermanos y se lo que lucharon mis padres por sacarnos adelante a los tres. Cada uno teníamos nuestras necesidades, nuestro carácter y nuestros gustos, caprichos, sueños… Cada uno diferente a los otros dos. Aunque no fuera tarea fácil educarnos con los mismos valores y utilizando los mismos medios, al menos mis padres sabían que antes o después todos aprenderíamos lo necesario para despegar el vuelo y ser personas totalmente independientes.

«En mi caso, yo también tengo tres hijos muy diferentes entre si y con diferentes necesidades y carácter. Tampoco tienen los mismos gustos y caprichos y, en cuanto a sus sueños, algo me dice que también van a tomar rumbos muy diferentes».

Yo estuve siete años sólo con una hija y vivía con todo el tiempo para ella. Siempre que podía estábamos juntas. Recuerdo que cuando nos quedábamos solas en casa organizábamos una “noche de chicas” y veíamos en la televisión lo que a ella le apetecía, cenábamos lo que ella quería con velas en la mesa y hablábamos hasta que nos entraba el sueño y nos íbamos a la cama.

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A los siete años llegó mi segundo hijo y mi mundo cambió por completo. Me costó mucho acostumbrarme de nuevo a tener un bebé, incluso tuve una pequeña depresión post-parto. Adoraba a mi hijo, era un bebé precioso y muy tranquilo pero la maternidad se me hacía cuesta arriba. Justo cuando ya había conseguido acostumbrarme y todo iba como la seda, me volví a quedar embarazada. Mi hijo era todavía un bebé, todavía le daba el pecho y me sentí un poco angustiada.

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Entonces llegó Olivia con su diagnóstico de síndrome de Down y siendo totalmente sincera, tengo que reconocer que no ha sido fácil para sus hermanos. Hoy ya creo haber solucionado el problema, pero al principio fue difícil compaginar la atención que necesita Olivia con el tiempo que dedicaba a sus hermanos.

«Yo no era consciente de ello pero no estaba al cien por cien con los tres».

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Mi error fue dar por sentadas dos cuestiones estrechamente relacionadas entre si:

• Pensaba que mis hijos mayores no necesitaban tanto estímulo, atención, apoyo en el aprendizaje porque no tenían ningún problema, eran niños sin ningún tipo de diagnóstico y se estaban desarrollando muy bien sin demasiada ayuda.
• Por otra parte pensaba que con Olivia todo era cuestión de una marcha contrarreloj y que no podía perder ni un minuto porque de ello dependía su futuro, ese futuro que yo no veía muy claro todavía.

Entonces pasó algo inesperado y que me abrió los ojos. La tutora de mi hijo me llamó para tener una tutoría con ella en el cole. Yo pensé que me iba a decir que todo iba estupendamente y que era un niño maravilloso, trabajador y que todo lo hacía perfectamente.

Ella me dijo que era un niño muy bueno y trabajador, pero me desmoroné cuando me dijo que Roque tenía problemas con el lápiz. Había aprendido a sujetarlo muy mal y había que solucionarlo cuanto antes porque eso le dificultaba la escritura.

Una semana antes aproximadamente había conseguido que Olivia agarrara bien el lápiz después de mucho trabajar con ella. Estaba tan orgullosa de su hazaña que había hecho hasta fotos del momento en que lo consiguió. Me sentí la peor madre del mundo, lloré como no os podéis imaginar. La tutora de mi hijo me dijo que no me sintiera mal pero ¡cómo no me iba a sentir mal!

“Roque había estado pintando a mi lado mil veces y nunca me di cuenta, estaba tan obsesionada con el desarrollo de su hermana que había dado por sentado que él no me necesitaba para aprender las mismas cosas que ella”.

Desde entonces vamos a la par. Cuando Olivia lee, Roque lee. Cuando Olivia dibuja, Roque dibuja. Los dos van al mismo tiempo aunque Olivia sigue necesitando algo más de apoyo. Además, dedico tiempo en exclusiva para sus hermanos, creo que eso es fundamental para ellos. Tengo charlas de chicas con Esperanza y hablamos de cosas que no contamos a nadie y juego sólo con Roque o preparamos juntos la comida. Todos necesitan tiempo con mami en exclusividad!

“Con esto no quiero que penséis que yo tenía a mis hijos desatendidos ni mucho menos. Me refiero a que cuando llegaba la hora de trabajar aspectos concretos con Olivia, no me planteaba si sus hermanos necesitaban también algún tipo de refuerzo”.

Por otra parte, ellos siempre han estado muy presentes en las actividades de su hermana y les encanta ayudarla. Son su mayor estímulo y son inseparables. Ha sido toda una exeriencia ver a Roque, cuando a penas sabía hablar, enseñando a su hermana a decir palabras imposibles también para él. También es maravilloso ver a Esperanza con sus hermanos ejercer de hermana mayor y jugar con los peques, leerles cuentos, cuidar de ellos, cantarles canciones, aprovecharse de ellos a veces… Lo normal entre hermanos!

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